JORGE HUIRSE REYES
Jorge Huirse Reyes |
Veintidós
años ha desde aquel 11 de diciembre de 1992 en que el gran músico, pianista,
compositor y director de orquesta puneño Jorge Huirse, partiera
definitivamente. Un
lapso durante el que la música peruana se ha visto huérfana de ese exquisito
manejo instrumental con el que alcanzó, bajo su batuta, niveles hasta hoy no parangonados. Existe
entonces la responsabilidad de evocar a nuestro célebre artista en la exacta
dimensión histórica que le tocó cumplir en su rutilante paso por la música
nacional.
De
Jorge Huirse hay que hablar sobre todo de su trascendencia como músico
polifacético, superdotado, intuitivo, diestro (aunque zurdo) y de la profunda
huella que su estro artístico ha dejado sobre la música nacional, criolla y
andina. Seguramente
la visión del Titicaca mirifico que lo acunó, y el entorno de don Rosendo, su
padre también músico y prolífico compositor y recopilador, le insuflaron el
ánimo y le despertaron el genio que traía consigo. Es
esta una evocación del artista junto con un íntimo recuerdo, que, sin embargo,
no deja de ser un reclamo para hacer más vigente su contribución a la música
nacional.
En
1944 y en uso de una beca que consiguió del gobierno de entonces, partió a
Buenos Aires, entonces la puerta grande del arte en América, donde consolidó su
formación musical orientada ahora a la composición y al manejo orquestal. En
Buenos Aires encabezó la gran batalla por la música peruana, haciendo que
grandes instrumentistas italianos y argentinos acometieran el formidable reto
del rimo andino y lo aquilataran como lo que es: exquisito, de variedad y
riqueza inmensas.
En
materia de ritmos criollos, elevó a espacios sublimes y llevó al disco
acompañándolas a gran orquesta o con solo su piano, a figuras como Jesús
Vásquez –entonces una veinteañera de diáfana e irrepetible voz-, Los Trovadores
del Perú, Los Morochucos, Luis Abanto Morales, a quienes convocó a la capital
bonaerense. Grandes tenores italianos y argentinos también fueron parte de la
euforia peruanista en la capital argentina
Como
resultado vino sobre el Perú una avalancha de aquellos viejos discos de carbón
de 48 rpm, Odeón, que hicieron bailar y amar a varias generaciones.
El
genio de Jorge fue el que le puso profundidad armónica y orquestal al vals, la
polka, el festejo, la marinera y el huayño. Así también se vistieron de
virtuosa etiqueta instrumental las canciones de Felipe Pinglo, Eduardo Márquez
Talledo, Felipe Coronel Rueda, Laureano Martínez Smart, Daniel Alomía Robles,
Carlos Saco, Salvador Oda, Chabuca Granda, Luis Abelardo Núñez, Francisco Reyes
Pinglo, Serafina Quinteras y casi todos los autores de la gloriosa Guardia
Vieja. Su
retorno al Perú, en 1961, constituyó todo un acontecimiento nacional pues volvió
contratado por la entonces poderosa y potente Radio Victoria, de José Eduardo
Cavero, que puso bajo sus órdenes a 30 de los más virtuosos instrumentistas
sinfónicos que tenía Lima, entre ellos el inigualado violín concertino de Rafael
Purizaga. ‘Vuelve Jorge Huirse, el arreglista más completo de los ritmos de
América’, rezaban los inmensos cartelones que la emisora colocó en las calles
de la capital promoviendo a su estrella. Con esa orquesta grabó el
inconmensurable LP ‘Machupicchu’.
Luego conduciría la
Orquesta Sinfónica de Breña (con la que llegó hasta Juli, Puno, a tocar a
orillas del Titicaca), la Orquesta de Cámara Sono Radio con la que hizo el LP
‘Mi Perú’ junto con el Coro de la AAA, y la Orquesta de Cámara de la Guardia
Republicana hoy de la Policía Nacional, con la que volvió a hacer historia al
grabar ‘Laika Tokoña’ o ‘Danza de Brujos’, una recopilación de diversos ritmos
musicales altiplánicos, y varios otros discos de larga duración. Una veintena
de discos de larga duración y decenas de 78 rpm anidan en su repertorio
disquero. Su tenaz lucha en pro de los derechos de autor, sin embargo, fue
motivo de la ojeriza de disqueras y dueños de la TV que optaron por marginarlo.
En
cuanto a la música puneña, cómo no hacer, apenas como muestra, un parangón de
manejo instrumental entre el ‘Paja Brava’ que grabó en 1945 en Odeón, y el
formidable trabajo sinfónico de ‘Himno al Sol’ que tuvo como tema precisamente
esa versión de ‘Paja Brava’, el huayño paterno que ganó el Premio Nacional en
los años 40. Otros temas, como ‘Quisiera ser picaflor’, ‘Me voy con mi paloma’,
‘Cerrito de Huajsapata’, ‘Anillito de Oro’, ‘Pastorita’, ‘Llameros’, ‘Balsero
del Titicaca’, ‘Deja la rosa en botón’, ‘Kasarasiri’, ‘Kajelo’, ‘Pujllay’
(Carnavales), ‘Kusi-Kusi’, entre muchos.
La
música puneña en especial, pero también temas diversos de Cusco, Apurímac,
Huancavelica, Junín, Huánuco, encontraron en su talento y su técnica la
consagración.
Quedan
en el tintero innumerables circunstancias en las que Jorge Huirse, al frente de
la Orquesta Sinfónica del Estado (Argentina), desarrolló y probó la grandeza de
nuestra música. Gloria
eterna su virtuosismo pianístico, a su genio creador y a su talento
orquestador, que llevaron de la mano por horizontes universales a la música
nacional. Porque así también se hace Patria, gloria inmensa a Jorge Huirse. Fue uno de los
fundadores de CENDAF. Tomado de revista BRISAS N°1, 2014.
Contactos: cendafperu@gmail.com
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