En el programa radial "El Heraldo Musical" del día viernes 7 de octubre de 2016, que se transmite por Radio Nacional del Perú a todo el mundo (yo lo escucho en Melbourne, Australia), Celeste Acosta, su conductora, dedicó el programa al Día de la Marinera, que se celebraba en esa fecha en todo el Perú. Durante el programa, Celeste contó que hace varias décadas Nicomedes Santa Cruz grabó un disco sobre la marinera limeña pero no invitó a la grabación aquella a uno de los mejores intérpretes de marinera limeña que haya tenido el Perú, Augusto Ascues. A raíz de ello, otros grandes cultores de la marinera limeña, con Augusto Ascues, grabaron el LP "La marinera limeña es así".
Parece que había cierta rivalidad entre Nicomedes Santa Cruz y Augusto Ascues porque Ascues refutó ciertos conceptos que Santa Cruz dio sobre la marinera limeña. Ascues, especialmente, no estaba de acuerdo con el significado que Nicomedes Santa Cruz daba al término "de cinco, tres".
Escuchar a Celeste Acosta contar sobre aquel desentendimiento que había entre Augusto Ascues y Nicomedes Santa Cruz sobre "de cinco, tres", trajo a mi memoria que algo al respecto lo conté en mi artículo "Una jarana como Dios manda", escrito el 7 de diciembre de 2008. Como parte de mi artículo compartí, por primera vez en youtube, una jarana "de cinco, tres" llevada a cabo en el set de Telecentro, en 1979, con la participación de Augusto Ascues, Augusto "El Curita" Gonzáles, Luciano Huambachano, Abelardo Vásquez, Oscar Avilés, Carlos Hayre, Arturo "Zambo" Cavero, Pepe Villalobos, Lucy Avilés y otros criollos más. El programa televisivo aquel fue conducido y dirigido por el Dr. José Durand y Telecentro fue la fusión de canal 4 y canal 5 que hizo el gobierno militar en los 70.
Cuando por primera vez escuché la grabación que el dúo Montes y Manrique hizo en 1911, en New York, de la marinera "Ingrata cual es la fe", me llamó la atención que al momento que van a iniciar la resbalosa dicen: "Vamos a resbalarnos. De cinco, tres, de nuevo y acomodarse". Seguidamente, empieza la resbalosa.
El dicho "de cinco, tres" lo han interpretado de distinta manera, en diferentes épocas. Criollos de la talla de Eudocio Carrera Vergara, Nicomedes Santa Cruz y Augusto Ascues, lo mismo que el Dr. José Durand, han dado, cada uno, una explicación distinta sobre "de cinco, tres".
Eudocio Carrera Vergara, periodista y cronista costumbrista, fue un criollo que al lado de Karamanduca, Pepe Ezeta, Augusto Paz, "el cojo" Fernando Soria y otros criollos más, vivió las jaranas de fines del siglo XIX e inicios del siglo XX. Eudocio Carrera, en su libro "La Lima Criolla de 1900", edición corregida y aumentada, Lima, 1954, cuenta y describe con lujo de detalles, y coplas, como es una verdadera jarana.
Según Carrera, en los programas criollos de las radios, durante la década de los 40 e inicios de los 50, se estaba tergiversando lo que era una verdadera jarana y nadie hacía nada por aclarar aquello. Razón por la cual él escribió una crónica donde detallaba como era una jarana a inicios del siglo XX. Dos han sido siempre las marineras reglamentarias que se cantaban en una jarana criolla auténtica, señala Carrera, por lo que el dicho "No hay primera sin segunda" se refiere a ello en forma sentenciosa. Cuando termina la primera marinera, a la voz de "No hay primera sin segunda", coreada por los presentes, viene la otra marinera. Es decir que esa segunda tiene que ser, sí o sí, otra marinera. La resbalosa, añade nuestro cronista, sigue en tercer lugar, como muere de una buena jarana, y ésta debe ser bailada tres veces seguidas. De allí es que proviene aquel dicho "de cinco, tres", que en otras palabras significa que en la jarana, de cinco bailes tres son de la resbalosa.
Lo que sostiene Eudocio Carrera coincide con lo que Montes y Manrique, en la marinera "Ingrata cual es la fe", antes de empezar la resbalosa, dicen "de cinco, tres".
Por otro lado, Nicomedes Santa Cruz señala que cuando la marinera se canta en desafío, entre dos personas, los duelos que se originan se llaman de "cinco, tres" porque un máximo de cinco marineras es triunfador quien primero gane tres, pasándose después a cantar la resbalosa (Nicomedes Santa Cruz: Obras completas II, Investigación (1958-1991)).
Augusto Ascues, por su parte ("Así es la marinera", Suplemento VSD de La República, 2 de Julio de 1982), sostiene que tres son las marineras de una jarana, después viene la resbalosa y luego sigue la fuga. Todas se cantan en contrapunto. Como tres son las marineras que se bailan, bailándose también la resbalosa y la fuga, de allí es que proviene el dicho "de cinco, tres", contaría Ascues a la revista Caretas unos años antes.
Hay tres clases de marinera limeña: marinera mayor, menor y de término; señala Ascues en La República, añadiendo lo siguiente: "Se diferencian por el tono: mayor y menor. La de término porque el cantante y la guitarra tienen muchas tonalidades: tres en una sola marinera. (...) Había un instrumento que se llamaba tamborete, en forma de una caja mediana que tenía unas latas de dos pulgadas en filas verticales cubriendo el hueco central y luego venían unas maderitas de un cuarto de pulgada en filas horizontales, hasta que llegaban más arriba del centro de la caja y le ponían un listón, para que no se saliera. Allí se tocaba. O sea, habían el tamborete, el cajón y la guitarra."
Al igual que Augusto Ascues, el Dr. José Durand señala que la jarana "de cinco, tres" solía constar de tres marineras, cantadas y bailadas, una resbalosa y su fuga ("El Señor de la Jarana", programa especial televisivo producido y dirigido por José Durand en Telecentro, Lima 1979).
Si muy bien la opinión de Nicomedes Santa Cruz es muy respetable, con respecto a lo "de cinco, tres", se debe tener en cuenta que Augusto Ascues decía que estaba errado. Santa Cruz, también menciona aquel dicho cuando explica sobre el "zapateo" o "pasada", que es un baile de desafío entre dos rivales. Nuestro investigador dice: "De cinco-tres significa que, sobre un máximo de cinco pasadas por rival, será declarado triunfador quien primero acumule tres victorias". Esta explicación sobre el "zapateo" la aplica a la de la marinera y, pienso, allí está la confusión que Augusto Ascues criticaba por estar equivocada.
Pienso que tanto Eudocio Carrera como Augusto Ascues, y el Dr. José Durand, están en lo correcto cuando explican sobre "de cinco, tres". Hay que tener en cuenta que Eudocio Carrera era de una generación anterior a la de Augusto Ascues y lo que cuenta sobre la jarana, él lo vivió desde fines del siglo XIX. Por ese tiempo, y cuando Montes y Manrique grabaron música peruana en New York, en 1911, la jarana debió constar de tan sólo dos marineras, seguida de la resbalosa que se bailaba tres veces, por ello se decía "de cinco, tres".
Augusto Ascues, por su lado, escuchó música criolla desde niño pero, según lo contó en una oportunidad, no le encontraba sentido por ser niño; interesándose en ella, realmente, a la edad de 18 años. O sea que por la época en que Montes y Manrique graban en New York, Augusto Ascues comenzaba a adentrarse y empezar a conocer los secretos del criollismo que abundaba en su barrio de Malambo. En 1928, junto a su hermano Elías y Alejandro Sáez grabaron, en Lima, marineras para la disquera Victor.
Tanto la música peruana como los bailes han sufrido transformaciones, innovaciones y fusiones con el tiempo. En la jarana, especialmente, se solía improvisar coplas y los encuentros jaraneros eran tantos y tan alegres, lo mismo que emocionantes, que los participantes deben haberse quedado con las palabras, y las ganas, en la boca. Del mismo modo, sus pies deben haber continuado moviéndose solos que, en alguna oportunidad, se les debe haber ocurrido cantar tres marineras en vez de dos, como era anteriormente, y así se quedó, así la conoció Augusto Ascues y así continúa ejecutándose en los lugares donde todavía se cultiva la marinera limeña.
Parece que había cierta rivalidad entre Nicomedes Santa Cruz y Augusto Ascues porque Ascues refutó ciertos conceptos que Santa Cruz dio sobre la marinera limeña. Ascues, especialmente, no estaba de acuerdo con el significado que Nicomedes Santa Cruz daba al término "de cinco, tres".
Escuchar a Celeste Acosta contar sobre aquel desentendimiento que había entre Augusto Ascues y Nicomedes Santa Cruz sobre "de cinco, tres", trajo a mi memoria que algo al respecto lo conté en mi artículo "Una jarana como Dios manda", escrito el 7 de diciembre de 2008. Como parte de mi artículo compartí, por primera vez en youtube, una jarana "de cinco, tres" llevada a cabo en el set de Telecentro, en 1979, con la participación de Augusto Ascues, Augusto "El Curita" Gonzáles, Luciano Huambachano, Abelardo Vásquez, Oscar Avilés, Carlos Hayre, Arturo "Zambo" Cavero, Pepe Villalobos, Lucy Avilés y otros criollos más. El programa televisivo aquel fue conducido y dirigido por el Dr. José Durand y Telecentro fue la fusión de canal 4 y canal 5 que hizo el gobierno militar en los 70.
Cuando por primera vez escuché la grabación que el dúo Montes y Manrique hizo en 1911, en New York, de la marinera "Ingrata cual es la fe", me llamó la atención que al momento que van a iniciar la resbalosa dicen: "Vamos a resbalarnos. De cinco, tres, de nuevo y acomodarse". Seguidamente, empieza la resbalosa.
El dicho "de cinco, tres" lo han interpretado de distinta manera, en diferentes épocas. Criollos de la talla de Eudocio Carrera Vergara, Nicomedes Santa Cruz y Augusto Ascues, lo mismo que el Dr. José Durand, han dado, cada uno, una explicación distinta sobre "de cinco, tres".
Eudocio Carrera Vergara, periodista y cronista costumbrista, fue un criollo que al lado de Karamanduca, Pepe Ezeta, Augusto Paz, "el cojo" Fernando Soria y otros criollos más, vivió las jaranas de fines del siglo XIX e inicios del siglo XX. Eudocio Carrera, en su libro "La Lima Criolla de 1900", edición corregida y aumentada, Lima, 1954, cuenta y describe con lujo de detalles, y coplas, como es una verdadera jarana.
Según Carrera, en los programas criollos de las radios, durante la década de los 40 e inicios de los 50, se estaba tergiversando lo que era una verdadera jarana y nadie hacía nada por aclarar aquello. Razón por la cual él escribió una crónica donde detallaba como era una jarana a inicios del siglo XX. Dos han sido siempre las marineras reglamentarias que se cantaban en una jarana criolla auténtica, señala Carrera, por lo que el dicho "No hay primera sin segunda" se refiere a ello en forma sentenciosa. Cuando termina la primera marinera, a la voz de "No hay primera sin segunda", coreada por los presentes, viene la otra marinera. Es decir que esa segunda tiene que ser, sí o sí, otra marinera. La resbalosa, añade nuestro cronista, sigue en tercer lugar, como muere de una buena jarana, y ésta debe ser bailada tres veces seguidas. De allí es que proviene aquel dicho "de cinco, tres", que en otras palabras significa que en la jarana, de cinco bailes tres son de la resbalosa.
Lo que sostiene Eudocio Carrera coincide con lo que Montes y Manrique, en la marinera "Ingrata cual es la fe", antes de empezar la resbalosa, dicen "de cinco, tres".
Por otro lado, Nicomedes Santa Cruz señala que cuando la marinera se canta en desafío, entre dos personas, los duelos que se originan se llaman de "cinco, tres" porque un máximo de cinco marineras es triunfador quien primero gane tres, pasándose después a cantar la resbalosa (Nicomedes Santa Cruz: Obras completas II, Investigación (1958-1991)).
Augusto Ascues, por su parte ("Así es la marinera", Suplemento VSD de La República, 2 de Julio de 1982), sostiene que tres son las marineras de una jarana, después viene la resbalosa y luego sigue la fuga. Todas se cantan en contrapunto. Como tres son las marineras que se bailan, bailándose también la resbalosa y la fuga, de allí es que proviene el dicho "de cinco, tres", contaría Ascues a la revista Caretas unos años antes.
Hay tres clases de marinera limeña: marinera mayor, menor y de término; señala Ascues en La República, añadiendo lo siguiente: "Se diferencian por el tono: mayor y menor. La de término porque el cantante y la guitarra tienen muchas tonalidades: tres en una sola marinera. (...) Había un instrumento que se llamaba tamborete, en forma de una caja mediana que tenía unas latas de dos pulgadas en filas verticales cubriendo el hueco central y luego venían unas maderitas de un cuarto de pulgada en filas horizontales, hasta que llegaban más arriba del centro de la caja y le ponían un listón, para que no se saliera. Allí se tocaba. O sea, habían el tamborete, el cajón y la guitarra."
Al igual que Augusto Ascues, el Dr. José Durand señala que la jarana "de cinco, tres" solía constar de tres marineras, cantadas y bailadas, una resbalosa y su fuga ("El Señor de la Jarana", programa especial televisivo producido y dirigido por José Durand en Telecentro, Lima 1979).
Si muy bien la opinión de Nicomedes Santa Cruz es muy respetable, con respecto a lo "de cinco, tres", se debe tener en cuenta que Augusto Ascues decía que estaba errado. Santa Cruz, también menciona aquel dicho cuando explica sobre el "zapateo" o "pasada", que es un baile de desafío entre dos rivales. Nuestro investigador dice: "De cinco-tres significa que, sobre un máximo de cinco pasadas por rival, será declarado triunfador quien primero acumule tres victorias". Esta explicación sobre el "zapateo" la aplica a la de la marinera y, pienso, allí está la confusión que Augusto Ascues criticaba por estar equivocada.
Pienso que tanto Eudocio Carrera como Augusto Ascues, y el Dr. José Durand, están en lo correcto cuando explican sobre "de cinco, tres". Hay que tener en cuenta que Eudocio Carrera era de una generación anterior a la de Augusto Ascues y lo que cuenta sobre la jarana, él lo vivió desde fines del siglo XIX. Por ese tiempo, y cuando Montes y Manrique grabaron música peruana en New York, en 1911, la jarana debió constar de tan sólo dos marineras, seguida de la resbalosa que se bailaba tres veces, por ello se decía "de cinco, tres".
Augusto Ascues, por su lado, escuchó música criolla desde niño pero, según lo contó en una oportunidad, no le encontraba sentido por ser niño; interesándose en ella, realmente, a la edad de 18 años. O sea que por la época en que Montes y Manrique graban en New York, Augusto Ascues comenzaba a adentrarse y empezar a conocer los secretos del criollismo que abundaba en su barrio de Malambo. En 1928, junto a su hermano Elías y Alejandro Sáez grabaron, en Lima, marineras para la disquera Victor.
Tanto la música peruana como los bailes han sufrido transformaciones, innovaciones y fusiones con el tiempo. En la jarana, especialmente, se solía improvisar coplas y los encuentros jaraneros eran tantos y tan alegres, lo mismo que emocionantes, que los participantes deben haberse quedado con las palabras, y las ganas, en la boca. Del mismo modo, sus pies deben haber continuado moviéndose solos que, en alguna oportunidad, se les debe haber ocurrido cantar tres marineras en vez de dos, como era anteriormente, y así se quedó, así la conoció Augusto Ascues y así continúa ejecutándose en los lugares donde todavía se cultiva la marinera limeña.
Melbourne, Australia
Fotografía: La Marinera, revista Fanal No. 59, Lima 1961
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