Dolorier y la flor de Retama: pólvora y dinamita del corazón
Christian Reynoso
Dolorier, educador de profesión, no imaginó que hoy, 40 años después,
Flor de Retama sería una canción emblemática de la movilización popular,
de la lucha de las masas, de la reivindicación del pueblo. No sabría
que la canción seguiría presente, cantándose y escuchándose como una
pequeña caja de resonancia que guardaría entre sus arpegios la memoria
de que aquellos hechos no deberían volver a repetirse.
Flores y retamas para Dolorier
El 6 de noviembre se han cumplido 40 años de vida, de canto y de
resistencia de Flor de Retama. Este día también ha sido designado como
el día de la canción ayacuchana. Con ese cometido de celebración doble,
innumerables voces de Ayacucho se han levantado en el Parque de la
Exposición para celebrar con “pólvora y dinamita, ¡carajo!”, como dice
la parte final la canción, el homenaje a Flor de Retama y a su autor.
Ricardo Dolorier ha recibido el abrazo fraterno de toda una pléyade de
seguidores que han bebido de su talento para perfilar el canto popular
del Perú a través del huayno y el folklore en una admirable expresión de
arte, salida del corazón, del dolor, de la indignación, de la voz de
protesta, de la sangre del pueblo que se derrama “en la plazuela de
Huanta, amarillito, amarillando, flor de retama”.
La historia de cómo nació la canción ya es bastante conocida: Junio
1969. Velasco emitió el Decreto 006-69 que restringía la gratuidad de la
enseñanza para quienes desaprobaran los cursos regulares. Ante esta
medida, la población de Huanta se movilizó aduciendo que limitaba la
educación de los alumnos de escasos recursos. Los llamados “sinchis”
reprimieron la protesta. Resultaron más de 20 personas muertas entre
estudiantes, padres de familia y pobladores. Finalmente, Velasco dio
marcha atrás y derogó el Decreto (1). No obstante, el dolor y la muerte
quedaron incrustados en el corazón del pueblo huantino como una gran
espina que se hizo canción.
En Lima, Ricardo Dolorier, profesor de la Universidad Nacional de
Educación Enrique Guzmán y Valle "La Cantuta", al enterarse de los
hechos sintió que el corazón le reventaba. Algunos de los fallecidos
habían sido sus alumnos. La indignación se convirtió en inspiración. La
barbarie le generó reacciones y sentimientos que se tradujeron en
sonidos musicales, canciones, poesía. En noviembre 1969, después de 4
meses de ocurridos los hechos de Huanta, Dolorier tenía compuesta la
canción. Era un homenaje a los caídos en Huanta. Desde entonces la
canción empezaría a adquirir vida propia. Ahora, en el cementerio de
Huanta, junto al mausoleo que guarda los restos de estas víctimas puede
leerse la letra de la canción.
Flor de Retama: Hoja de ruta
La primera persona en escuchar la versión final de Flor de Retama de
boca del mismo Ricardo Dolorier fue Oswaldo Reynoso, escritor y entonces
vicerrector de la Universidad La Cantuta, que mantenía una estrecha
amistad con Dolorier. La historia, cotejada con ambos personajes, es la
siguiente: Era una madrugada de noviembre del año 69, quizá el día seis,
Ricardo Dolorier llegaba a las residencia de profesores de La Cantuta
después de una noche de bohemia. En ese transcurrir había logrado
redondear la canción, la tenía en la lengua lista para ser cantada,
después de muchos arreglos y cambios que conservaba en su memoria ya que
no disponía de una grabadora, viéndose en la necesidad de recomponerla
cada vez, tarareándola, gestándola en su cabeza, en su memoria, en su
corazón.
Esa madrugada, ya lista, ya terminada, tenía que salir, tenía que
cantarse, tenía que fluir del alma, entonces la botella de pisco que
llevaba en la mano recibiría un sorbo más para ayudar a decidirse y
tocar la puerta de Oswaldo y decirle que acababa de concebir y componer
la versión final de Flor de Retama. En seguida todo quedó consumado.
Entró, cantó y la canción quedó para la historia. Brindaron con lo que
quedaba del pisco, se abrazaron y a pedido de Oswaldo convinieron en que
esa misma noche convocarían al resto de colegas para escuchar
nuevamente la canción. Oswaldo cuenta que se emocionó tanto al punto de
arrodillarse ante Dolorier para felicitarlo por la canción. Dolorier no
recuerda este detalle pero ya no importa: La canción había sido parida.
La canción fue grabada por primera vez en el año 1970 por el Trío
Huanta, que tuvo que obviar una estrofa de la fuga (la parte final)
porque excedía el tiempo de grabación de un disco de 45 revoluciones. La
estrofa decía: “Los ojos del pueblo tienen hermosos sueños, sueñan el
trigo en las eras, el viento en las praderas, y en cada niño una
estrella”.Amilcar Gamarra uno de los mejores guitarristas ayacuchanos
apoyó en la grabación.
—¿Cómo así llegó la canción a Huanta? —pregunto a Dolorier, en la pequeña sala de su casa.
—Cuando yo iba a Huanta de vacaciones enseñaba la canción a los
bohemios de ese tiempo —responde—. Enseñaba la canción en un bar llamado
“Donde mueren los valientes” que era atendido por un inválido que
guardaba las cajas de cerveza debajo de su cama. Allí, la canción empezó
a conocerse y cantarse. Luego, cuando el Trío Huanta la grabó aún
persistió cierto temor en la ciudad de cantar la canción, porque aún
continuaba la represión del Estado. Incluso, recuerdo que todas las
flores de retama de la plaza principal fueron arrancadas. Hoy, más bien,
las entradas a Huanta tanto por el lado de Huancayo como por Huamanga
están sembradas de retamas.
En 1971, según manifiesta Dolorier, un grupo musical de Huaraz dirigido
por el esposo de Martina Portocarrero, Luis Salazar, editó un long play
titulado “Huaynos pegaditos”, donde apareció la segunda versión de Flor
de Retama. Luego, el mismo año 1971, sería la cantante Martina
Portocarrero quien con ojo zahorí, grabaría la canción con algunos
arreglos y cambios. Por ejemplo, cambiaría el orden de las dos primeras
estrofas. La primera pasaría a ser la segunda y ésta a ser la primera,
quedando el inicio de la canción: “Vengan todos a ver, hay, vamos a ver,
en la plazuela de Huanta, amarillito, flor de retama, amarillito,
amarillando, flor de retama”. A partir de entonces Flor de Retama
comenzaría a hacerse famosa.
Ricardo Dolorier no sabría que desde aquella vez esta canción lo
acompañaría durante toda su vida, sin dejarla de escuchar ni un solo
día, no sólo en su versión original, sino en diversas melodías y
arreglos y cantada en distintas voces por innumerables cantautores,
cantautoras y orquestas del Perú y el mundo.
—Es curioso pero Flor de Retama fue prácticamente el primer huayno que
compuse —nos dice Dolorier—. Yo no había tenido vocación especial por la
música folklórica, cantaba más bien, tangos, valses, rancheras,
boleros, pero seguramente dentro de mí había un sentimiento que
necesitaba aflorar, porque recuerdo que cuando era niño escuchaba a mi
madre cantar huaynos bien desgarradores debido a la muerte inesperada de
mi hermano mayor a consecuencia de una epidemia de tifoidea que azotó a
Huánuco donde entonces vivíamos. Ella sufrió mucho y a mí se me
quedaron grabadas esas canciones.
—¿Qué tanto tuvo que ver el contexto político de esos años en la
composición de Flor de Retama? —pregunto—. A menudo se cree que nació en
la época del terrorismo, en la década del 80.
—Esta canción nació mucho antes. Nació por un gesto de indignación.
Había una intencionalidad política en la medida que rechazábamos la
dictadura. Era un rechazo natural. Estábamos decepcionados con la
democracia de Fernando Belaúnde y no por eso íbamos a aceptar una
dictadura militar. La canción coincidió también con un momento de mucho
dinamismo político en el país, se sentía tensa actividad en
universidades, en el pueblo, en los comités de defensa y ahí empezó a
cantarse, acompañando las gestas populares. También la cantaría gente
del SUTEP y de la Federación de Estudiantes de la Universidad San Marcos
en las luchas contra las dictaduras.
—¿Fue, tal vez, en ese entonces, un modo de canalizar la protesta a través de la expresión artística?
—No necesariamente. Recuerdo que Juan Gonzalo Rosé que era mi amigo y
que también componía valses, en una conversación le pregunté que por qué
había dejado de escribir poesía y se había dedicado a componer y a
hacer música. Me respondió: “Porque nadie me lee, en cambio todos me
cantan”, entonces advertí que ese era el camino. En esa época también
compuse otro huayno “Los Cabitos” por el cuartel del mismo nombre que
había en Ayacucho donde estaban presos muchos pobladores, pero esta
canción no tuvo la suerte de Flor de Retama. Años después, ya en la
época de la violencia, compuse la canción “El desaparecido” inspirada en
un dirigente que desapareció en manos de las Fuerzas Armadas.
En la actualidad Ricardo Dolorier sigue componiendo, labor que
intercala con la actividad de la enseñanza educativa a través de su
conocido Método de Comprensión Lectora Dolorier, del cual es autor.
También nos cuenta que últimamente está explorando los registros de los
yaravíes arequipeños y confiesa que después de 40 años, no cambiaría
absolutamente nada a Flor de Retama.
Día de homenaje
6 Nov 09. 8.00 p.m. Parque de la Exposición. Lima. María Mullo, la
huantinita; Edwin Montoya, el puquiano de oro; Julio Velapatiño, Julio
Humala, Margot Palomino, Sila Illanes, Norka Monzoni, Trudy Palomino,
Silverio Andrade, entre otros y otras, cantaron Flor de Retama y huaynos
ayacuchanos celebrando este día. La canción homenajeada es cantada por
lo menos diez veces en diferentes registros y voces.
La novia del Perú, Amanda Portales, superando una caída imprevista al
tropezar con un parlante, interpretó una nueva canción de Ricardo
Dolorier, grabada recientemente y que el estribillo canta: “Alza tu voz,
alza tu canto”. Después de ello, a invitación de Portales, apareció el
mismo Dolorier para cantar a dúo Flor de Retama. El Trío Huanta
interpretó la versión original de la canción. Luego, como una sorpresa,
el Coro Tradiciones de Huamanga interpreta una versión coral de Flor de
Retama preparada por primera vez para esta ocasión.
Al final, alentado por Josefina Ñahuis, el público, de pie, emocionado, acompañó a la última cantada de la noche: Flor de Retama. En el escenario, todos los cantantes, músicos e intérpretes, además de algunos invitados del público como el escritor Oswaldo Reynoso y el antropólogo Rodrigo Montoya, juntaron sus voces para elevar las flores de retama al cielo limeño. Todos juntos, cogidos de la mano, al lado de Ricardo Dolorier, cantando a fuerza viva, a tono de esperanza, a ritmo de huaynito, en una sola voz de peruanos, de sangre derramada a rico perfume, cantando, palpitando el corazón, cantando, mirando pasar los ojos del pueblo, cantando, saboreando el huaynito, olor de jazmín, zapateando, cantando, cantando Flor de Retama, una vez más.
Al final, alentado por Josefina Ñahuis, el público, de pie, emocionado, acompañó a la última cantada de la noche: Flor de Retama. En el escenario, todos los cantantes, músicos e intérpretes, además de algunos invitados del público como el escritor Oswaldo Reynoso y el antropólogo Rodrigo Montoya, juntaron sus voces para elevar las flores de retama al cielo limeño. Todos juntos, cogidos de la mano, al lado de Ricardo Dolorier, cantando a fuerza viva, a tono de esperanza, a ritmo de huaynito, en una sola voz de peruanos, de sangre derramada a rico perfume, cantando, palpitando el corazón, cantando, mirando pasar los ojos del pueblo, cantando, saboreando el huaynito, olor de jazmín, zapateando, cantando, cantando Flor de Retama, una vez más.
Nota:
(1) Un detallado estudio de estos sucesos puede verse en “Rebelión en Huanta” de Roger Saravia Aviles, en: http://www.monografias.com/trabajos22/rebelion-huanta/rebelion-huanta.shtml#flor