Nuestro Vicepresidente CENDAF José Limonchi nos comparte el articulo que ha sido publicado en el medio digital Markapacha: Red Intercultural de Todos los Pueblos: espacio de encuentro para articular ideas, agrupaciones e instituciones que desde la sociedad
 civil promueven el fortalecimiento de la identidad cultural de todos 
los pueblos andinos y sus lazos de hermandad con los pueblos originarios
 del mundo entero. A continuación el texto publicado el febrero 21, 2016
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Todo lo material existente manifiesta 
cromatismo, no hay nada en el universo que no lo posea, cada medio 
ambiente geográfico presenta colores en las tonalidades propias de su 
entorno, pero son los humanos habitantes en cada zona ecológica quienes 
les dan un nombre, un orden, un uso, un sentido, una valoración, 
atribuyéndoles además una simbología según su cultura y cosmovisión.
El llamativo aspecto creado de dicha 
manera atrae las miradas de propios y extraños, quienes son cautivados 
por la excitación visual provocada con la contrastante confluencia 
cromática intensificando sus actos.  En esta ocasión se busca entender 
este hecho como algo más que puramente estético, relacionándolo con lo 
sagrado a partir de su reconocimiento en las expresiones andinas y su 
justificación cultural expresada en las narraciones míticas
Manifestación polícroma de lo sagrado
Este comportamiento cultural en su 
intencionalidad hace visible un concepto filosófico que define la estética, ocasionando lo que en kechwa se denomina tinkuy (encuentro), en este caso,  confluencia o mezcla de distintos matices, con un grado de intensidad equivalente evitando que alguno destaque, permitiendo a la vez diferenciarlos nítidamente, pudiendo representar cada color un segmento, familia, barrio, parcialidad, persona, animal, etc. que conforman la totalidad o unidad de una realidad social determinada como lo es un pueblo, comunidad o ayllu.
El uso de multiplicidad de colores es un precepto establecido por lo sagrado, pues lo sacro se revela policromamente, apareciendo de esta manera activamente en las antiguas narraciones y actuales expresiones rituales. Dicho orden divino se visibiliza en el Hanaqpacha, universo superior y estelar que rige 
modelando el espacio o ámbito de los hombres en el Kaypacha, nuestro mundo. Estableciendo una arcaica forma de comunicación y equilibrio entre ambos espacios mantenida en toda la civilización andina.
Los más antiguos testimonios registrados se encuentran en los relatos míticos recogidos durante la colonia, donde este orden se expresa claramente como argumento cosmológico recurrente en las narraciones. El cronista Polo de Ondegardo, refiere como: “(…) los ovejeros hacían veneración y sacrificio a una estrella 
que ellos llaman, Urcuchillay que dicen que es un carnero de muchos colores, el cual entiende en la conservación del ganado y se entiende ser la que los astrólogos llama Lyra”. Esta vinculación de las llamas con dicha constelación entonces resulta muy importante.
En los relatos recogidos en Huarochiri, por el Padre Francisco de Ávila, se narra como la constelación de la Cruz del Sur, que llaman “Yacana, el camac de las llamas” (es decir el 
“animador” de estos auquénidos), refiriéndose a una de las denominadas constelaciones oscuras, que son nubes o zonas negras que conforman la esfera celeste del hemisferio sur de carácter sagrado en los Andes. Se cuenta que cuando un hombre tenía suerte, la Yakana le caía encima cuando bajaba a beber agua de un manantial, siendo entonces aplastado por una enorme cantidad de lana de llama de todos los colores: “azul, blanca, negra, parda”, y en virtud de este designio divino el hombre veía multiplicarse rápidamente su rebaño, y si no poseía compraba una llama hembra y macho. Solo a partir de estas dos llegaban a ser casi dos
 o tres mil”. Como en todas las culturas la obediencia a los preceptos divinos conduce siempre al bienestar personal y social, por eso el narrador añade que: “Antiguamente esto sucedió a muchísimos hombres de todas estas provincias”.
El arco iris también es sagrado, en las variantes del kechwa se le dice: k’uychi, chirapa o turmanya,
 su importancia en el panteón inka se testimonia en el dibujo del altar 
mayor del templo del Qorikancha, que nos legara el cronista indio Santa 
Cruz Pachacuti Yamqui. Pero además, desde tiempos inmemoriales hasta la 
fecha, desempeña una función simbólica representando al amaru 
(gigantesca serpiente) cuyo colorido cuerpo sirvió de modelo para 
elaborar la Wiphala, bandera representativa del tawantinsuyo. Para los 
efectos expresivos el k’uychi aporta el paradigma de la escala cromática
 del espectro de luz, al igual que la limpidez e intensidad de cada uno 
de los colores.
En las regiones de Cusco y Puno, sobre 
todo, hay la costumbre de rociar a los mayordomos con la llamada 
“mixtura”, conocida en la ciudad como “pica pica” o “confeti”, 
consistente en papel picado de muchos colores para propiciarles 
felicidad y abundancia, es decir ser correspondidos por el santo para el
 cual pasan la fiesta. Esta práctica tiene un sentido propiciatorio de 
la abundancia, tal como sucedía en las narraciones de los pastores de 
altura cuando les caía lana de muchos colores.
Festividades, coreografías, y textiles multicolores 
La fiesta como conjunción de distintos 
rituales se viste de activos colores, en un gran derroche multicolor que
 expresa muy bien la noción que se tiene de lo sagrado. Provocando la 
conexión visual que nos permite reconocer rápidamente cuando visitamos 
un pueblo si está celebrando, pues aparecen en las calles banderitas de 
distintos colores entre los techos de las casas, o también arcos y 
distintas decoraciones con el común denominador de lo polícromo. Hecho 
similar se observa en los antiguos solares limeños llamados comúnmente 
“callejones”, durante la celebración de la imagen religiosa protectora 
del lugar, en donde, como en cualquier otra parte del país la excitación
 visual que producen los intensos colores contrastantes contribuyen a 
motivar la algarabía e intensidad que necesita la festividad.
Las danzas son expresiones cuya función 
principal es su motivación de veneración, de ofrenda a la divinidad por 
parte del devoto, quien baila en su honor por la fé, agradeciendo por 
una gracia recibida o que espera recibir. Donde también es importante el
 contenido polícromo de la indumentaria. Estableciendo la 
correspondencia cromática entre la divinidad y el ritual dancístico 
exaltando el sentido religioso del acto que se reitera anualmente.
Durante la celebración de la Virgen del Carmen de Paucartambo (Cusco) los saqra
 mantienen en todo momento una prudencial distancia, no entran a la misa
 como lo hacen las demás comparsas de danzas, esperándola más bien 
apostados en los balcones, o arboles evitando ver directamente a la 
virgen durante su recorrido procesional. Su vestuario es de dos piezas, 
pantalón y chaqueta, confeccionado con delgadas tiras verticales de tela
 de distintos colores y llevan una máscara con cuernos y peluca. A 
través de toda la representación festiva se aprecia la oposición entre 
la sacralidad andina de los saqra con la divinidad cristiana de la Virgen, por lo que en este caso la relación se presenta de manera contrapuesta.
Esta situación tiene su explicación 
histórica en la vinculación establecida entre las divinidades nativas 
con lo diabólico, por los curas doctrineros; dejando  constancia de ello
 en los diccionarios coloniales donde la traducción de la palabra kechwa
 supay como diablo, tergiversa su sentido original, haciendo evidente su
 finalidad evangelizadora. La toponimia kechwa Pawkartampu, campamento 
polícromo es textualmente tomada en el vestuario del Saqra. Así
 podemos entender la razón del nombre de la danza de “la diablada”, de 
similar carácter que se presenta durante la festividad de la Virgen de 
la Candelaria en Puno, pero en este caso, incluso los diablos son 
bendecidos por el sacerdote católico al llegar para bailar ante su 
imagen.
La textilería es una técnica ligada a lo
 sagrado por su uso ritual, los tejidos se empleaban antiguamente como 
ofrenda a las divinidades, como mantos que cubren los fardos funerarios 
de quienes pasan a la condición de ancestros dignos de veneración, en la
 indumentaria ritual de los sacerdotes durante las grandes 
celebraciones, como de las autoridades políticas con importante 
participación en determinadas ceremonias, por la forma de gobierno 
teocrático emparentadas directamente a lo divino.
En los museos existen maravillosas 
muestras de textiles elaborados según la tradición de las culturas 
andinas en sus distintos momentos de desarrollo, donde es posible 
reconocer un patrón similar de manejo de colores divergentes, formando 
parte activa del diseño y que en muchos casos se complementan muy bien 
con la plumería por su contenido cromático. Las vitrinas de los museos 
confirman lo ancestral de esta forma de uso del color.
La ropa campesina actual que en su mayor
 parte no corresponde al diseño original, sino más bien es hispano por 
imposición colonial, conserva sin embargo sus motivos decorativos y su 
colorido ancestral en distintos elementos como el chumpi o faja, el kipe
 o manta, el chullo o gorro, el poncho, las monteras, etc, además de las
 diseños tradicionalmente andinos empleados, sobretodo en el vestuario 
femenino, siendo las mujeres quienes más visten prendas de colores 
diferentes entre sí.
El colorido camino hacia lo sagrado
Como se muestra mediante distintos 
ejemplos las expresiones culturales policromas andinas funcionan como 
una forma codificada de expresar su carácter sagrado. Esta 
característica señala además la forma directa en que el cosmos y la 
naturaleza intervienen en la vida social, como de la particular manera 
en que las perciben las poblaciones indígenas, enfatizando el aspecto 
que les llama particularmente la atención y reproducen.
Pese a la importancia que tiene esta 
concepción, todavía subsiste la desvalorización de la forma andina de 
composición del color, y hasta su rechazo; manifiesto plenamente en el 
adjetivo “colorinche”, americanismo empleado para referirse a algo: “De 
muchos colores vivos y mal combinados”. Palabra acuñada en nuestro 
continente para referirse despectivamente al uso indígena del color; 
ridiculizando su valor estético en relación al procedente de Europa. Sin
 embargo, poco a poco, con la promoción de las artesanías y la defensa 
de los derechos de los pueblos indígenas se logra una mayor tolerancia 
hacia elaboraciones materiales que posean este uso cromático, pero sin 
buscar entender su sentido y valor cultural.
Con
 la pervivencia de los preceptos cromáticos en la tradición de los 
pueblos andinos, estos mantienen vigencia desde su remota antigüedad 
hasta la actualidad, permitiéndoles reverberar sus creencias religiosas,
 reflejando fielmente la imagen que poseen de lo sagrado, vibrando en su
 misma frecuencia, para sintonizar con lo más elevado de su ser y 
trascender hacia lo numinoso. Por ello, quien quiera conocer 
directamente este sentimiento religioso bien puede seguir la guía de sus
 colores conducentes hacia lo sagrado.
Bibliografía
Diccionario Real Academia Española (2014). Barcelona: S.L.U. Espasa Libros.
Pachacuti Yamqui Salcamaygua, Juan de Santa Cruz
1993 Relación de antigüedades deste reyno del Piru, Cusco: Instituto Francés de Estudios Andinos – Centro Bartolomé de Las Casas.
1993 Relación de antigüedades deste reyno del Piru, Cusco: Instituto Francés de Estudios Andinos – Centro Bartolomé de Las Casas.
Polo de Ondegardo, Juan
2012 “Los errores y supersticiones de los indios sacadas del tratado y averiguación que hizo el Licenciado Polo”. En: Pensamiento colonial crítico. Textos y actos de Polo Ondegardo. Gonzalo Lamana Ferrario (ed.) Cusco: Centro Bartolomé de las Casas.
2012 “Los errores y supersticiones de los indios sacadas del tratado y averiguación que hizo el Licenciado Polo”. En: Pensamiento colonial crítico. Textos y actos de Polo Ondegardo. Gonzalo Lamana Ferrario (ed.) Cusco: Centro Bartolomé de las Casas.
Taylor, Gerald
2001 Ritos y tradiciones de Huarochiri. Lima: IFEA – Lluvia Editores.
2001 Ritos y tradiciones de Huarochiri. Lima: IFEA – Lluvia Editores.
José 
Limonchi Bruno, es antropólogo egresado de la universidad de San Marcos 
donde también cursa la maestría en Ciencias de la Religión. Se desempeña
 como consultor y docente universitario.
 
 
 









